Los grandes corredores de mountain bike de todo el mundo tienen el próximo sábado marcado en rojo en sus calendarios. Con tinta gruesa. Y es que el motivo lo merece. El Iron Bike de los Alpes, es sin lugar a dudas, una de las carreras que dejan huella en la memoria de quienes se atreven a desafiarla. La mítica prueba llega a su 25ª edición envuelta en un halo de leyenda, donde se podrá respirar un ambiente de lo más especial. La carrera, cuyos dorsales se agotaron mucho antes de que el periodo de inscripción concluyera, arrancará el próximo sábado, 21 de julio para terminar el día 28 del mismo mes y se desarrollará en la región de Cuneo, en los Alpes Marítimos. Apenas unos días antes del gran acontecimiento, los favoritos a copar el podio ya están pensando en lo que lo que les espera y los nervios previos comienzan a rondarles el estómago.

Los Alpes resultan un escenario magnífico para el desarrollo de una competición que conserva intacta su propia esencia y refleja a la perfección lo que sienten los deportistas de este deporte. Sin embargo, la majestuosidad de los paisajes y la naturaleza espectacular del entorno, no puede distraer a los corredores, porque entre los idílicos parajes tiene lugar, probablemente, la más dura y técnica carrera del calendario.

Cimas inexpugnables, trialeras infinitas, etapas maratón, collados remotos, noches en campamentos de montaña… El Iron Bike de los Alpes es una carrera única, no sólo por su dureza y dificultad –hay que superar más de 700 km y 25.000 metros de ascensión acumulada en ocho días–, por el perfil de las etapas, por los espectaculares senderos del itinerario o por la particularidad de su reglamento, que divide el recorrido en tramos cronometrados, sectores especiales y zonas de enlace con un tiempo límite de llegada.

El recorrido de la 25ª edición será similar al de los años precedentes, con pequeñas variaciones y sorpresas en determinadas etapas, pero siempre fiel a la esencia de la prueba. Al igual que en 2017, habrá un total de siete etapas más un prólogo inicial. Se respetará la magia de las grandes etapas del Iron Bike, las que todo el mundo espera vivir al menos una vez en la vida, como la mítica ascensión al Monte Chaberton, a 3.131 metros, en la que los aspirantes a la victoria consideran que reside buena parte del secreto de la carrera, sin olvidar la ascensión del Monte Bellino, de 2.942 metros, que implica nada menos que 1.800 metros de ascensión ininterrumpida desde el fondo del valle o el paso por el Forte de Fenestrelle, con el correspondiente descenso de 4.000 escalones a través de los túneles que conectan tres fortalezas abandonadas del siglo XIX.

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