Cita de peguero: Cita de Greenfrogg: Nocivo, la educación a la que me refiero es aquella que trata de colegios, en los cuales se aprende a hablar, leer, escribir, etc... y en muchos de ellos, intentan corregir esa particular forma de hablar nuestra, que en ocasiones puede resultar graciosa para algunos y ofensiva para otros.
Simple y llanamente a eso es lo que me estaba refiriendo.
P.D. Me la trae al pario como hablamos (zomos como zomos y disfrutamos con ello). Pero como te han dicho, ahí quien se puede sentir ofendido y una aclaración antes de la tempestad no viene mal.
Por cierto, algo escrito por ER Zeñotiro:
Arenas movedizas, por Carlos Herrera La alberca del moro Supuse, desde mi ignorancia, que un alud de feministas saltaría de sus asientos Un grupo –ignoro si muy nutrido– de musulmanes residentes en comarcas leridanas como Segarra o Urgell y, al parecer, también en la propia capital, se han dirigido a sus respectivos ayuntamientos para exigir que las piscinas municipales segreguen debidamente a los hombres y a las mujeres o para que, al menos, exista un horario especial mediante el cual las mujeres musulmanas, las suyas, puedan bañarse al abrigo de miradas de hombre alguno, musulmán o no. Ante este mensaje medieval, coherente al fin y al cabo con el islam teórico y con sus prácticas sociales en los países en los que impera, algunos alcaldes se han adelantado a responder muy educadamente que no es posible ya que la Constitución no permite ese tipo de segregaciones y que lo más que pueden hacer es limitar esa separación a los vestuarios. El de Cervera, localidad en la que se escenifica la Pasión de Cristo cuando llega la Cuaresma en el espectacular teatro que construyó el propio patronato y que sigue siendo un modelo de buen trabajo y de mejor tradición, fue el primero en decir que no, que muchas gracias por la sugerencia (si pueden, por cierto, no descuiden conocer ese pueblo, su universidad, sus murallas, la Paería, la iglesia de San Antonio, merecen una visita: gente buena y ‘ferma’ como su tierra). Inmediatamente algunos malpensados han comenzado a elucubrar lo que ocurriría si algún día un musulmán obtuviera una alcaldía en las comarcas del Segre: a no ser que lo impidieran determinados resortes legales, nos tendríamos que tragar dobladas sus pretensiones. ¿Es ese un escenario posible? Gran pregunta sin respuesta clara y determinante. A tenor de la alianza de civilizaciones que, por lo visto, tenemos que tejer con elementos de este jaez, valdría aventurar que el envalentonamiento y descaro con el que plantean reivindicaciones, que ni por asomo contemplarían a la inversa en sus lugares de origen, viene consentido de largo por la actitud tolerante de muchos partidarios del multiculturalismo. Efectivamente, desde la descerebrada y anacrónica exigencia de estos colectivos de musulmanes, ninguno de los severos líderes sociales que tanto velan por laicismos militantes y otras muestras de anticatolicismo, ninguno, ha abierto su boquita de piñón. Supuse, desde mi ignorancia definitiva, que un alud de asociaciones feministas saltarían de sus asientos de milimétricas observadoras del match diario que juegan hombres y mujeres en la sociedad para ensordecernos a todos con su protesta firme y tajante. Pues menudo chasco. Ni una. Pero es que ni una. Ninguna de estas valerosas gudaris de la igualdad ha mostrado su solidaridad con las mujeres musulmanas que tienen que bañarse con hábito y a las que pretenden encerrar en una alberca solitaria para que remojen sus carnes al atardecer. Son culturas con tinte atávico que irán transformándose a medida que convivan con la realidad de occidente, piensan. O deben pensar. ¡Y una mierda! Más tiempo llevan en Francia y la imposición del velo sigue sin resolverse a pesar de la determinación inapelable del Estado francés. Cuando los colectivos musulmanes exigen que, por ejemplo, no se les pueda practicar cacheos corporales, que se retoquen leyes del ruido para poder expandir el llamamiento a la oración en barrios enteros, que se creen tribunales especiales y voluntarios para juzgarles según la arcaica Shariah de la que tenemos alguna noticia ya o crear un criterio ‘Rushdie’ de la justicia y poder actuar enérgicamente contra los que critican el islam –por ejemplo, este artículo–, están soliviantando la progresión hacia la justicia y la igualdad que emprendió occidente cientos de años atrás. Si no se es tajante en la defensa de esos valores y se juega con gilipolleces de alianzas, de multiculturalismos, de ‘tolerancias’, de ‘talantes’ y de legislaciones especiales en función de cómo se inclina uno al rezar, estamos perdidos. Así que espabilen todos esos vigorosos custodios del laicismo. Tienen una oportunidad magnífica para elevar su protesta por las pretensiones de este puñado de majaretas residentes en Lérida. Demuestren su valentía y su celo. A ver si hay cojones, que aún no han dicho ni esta boca es mía. Y si no, ya sabemos. A bañarnos con turbante todos.
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¡Vaya, vaya con el tal Herrera Carlos! Con qué maestría maneja su viperina lengua (pluma en este caso), e intenta conseguir, retorciendo las palabras de una información que me gustaría conocer en su totalidad, no como él la escribe; en un sibilino ejercicio de amarillismo social, la oposición de las masas cristianas contra el moro invasor.
Qué bien calan estos artículos-trampa en el común de la plebe y hacen dudar a más de uno. |