excompañero de pantani sigue su camino...

El ex ciclista italiano Valentino Fois, de 34 años, fue hallado muerto ayer en su casa de Villa dAlme, al norte de Italia, por causas aún desconocidas, aunque miembros de su familia apuntaron a una posible embolia pulmonar. Su muerte recordó el triste final de Marco Pantani, fallecido en idénticas circunstancias el 14 de febrero de 2004, y del que fue compañero de equipo y amigo. Como el Pirata, Fois fue acusado de dopaje cuando ambos corrían en el Mercatone Uno (2002), y suspendido tres años. Y, también como en el caso de Pantani, su cadáver fue encontrado ayer por su madre.

Tras cinco años alejado del mundo del ciclismo, Fois había vuelto esta temporada al ciclismo tras firmar con el equipo Amore e Vita-McDonalds. Nacido en Bergamo, había corrido como profesional desde 1996 en equipos como el Mapei y el Vini Caldirola antes de recalar en el Mercatone Uno como gregario de Pantani, quien personalmente pidió su contratación. Su palmarés de victorias era muy modesto, con triunfos en cuatro pequeñas carreras de un día y una etapa en la Vuelta a Polonia.

La carrera de Fois fue turbulenta. Suspendido por primera vez por dopaje en 1998, el golpe más fuerte se lo llevó en 2002, cuando siendo compañero de Pantani fue sancionado con tres años de inactividad por un caso de dopaje que años más tarde admitiría. Tomé... bueno, de hecho me dieron DHEA (dehidroepiandrosterona). Hice lo que todos hacían. Y si alguien lo niega, es un mentiroso, explicó Fois en una explosiva entrevista-confesión a La Gazzetta dell Sport el pasado año. Otro turbio suceso le hizo regresar a los periódicos en 2007: una condena de cien días de prisión, permutada por una multa de 4.000 euros, por el robo de dos ordenadores portátiles de la redacción de un periódico local.

En su confesión a La Gazzetta dello Sport, Fois reconocía que era consumidor de cocaína, pero nunca fui un adicto. Tuvo depresiones y ataques de ansiedad, e ingresó en un centro detoxicología de Parma. Después de un tiempo limpio, las viejas costumbres le llevaron al intento de robo. Volví a beber, y el cocktail con los ansiolíticos me descentró. Entré, me escondí, robé los ordenadores y escapé por el baño. Fue una estupidez. Sus palabras sobre Pantani fueron una cruel paradoja: Viví de cerca su drama, pero no temo acabar como él. Nunca llegué a su nivel de desesperación

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