Quizá que yo soy un poco raro, pero no lo entiendo.
En los últimos tiempos he visitado con mi bici tres-cuatro tiendas diferentes por los alrededores con un denominador común,que imagino ocurrirá en todas.En cualquiera de ellas, ya sea a las 10.00 o las 19.00 siempre, siempre hay un grupo de parroquianos que
1º: Les tienes que pedir permiso para hablar con el tendero y que interrumpan sus "batallitas".
2º: Tienes que pasar su examen visual, en el que te despiezan la bicicleta y, en mi caso(bici viejecilla y modesta), ponen cara de "menudo hierro que lleva este".
Esto motivó que cambiase un par de veces de establecimiento, ya que el tendero me despachaba con dos capotazos y seguía con sus fieles parroquianos. En esta tercera tienda me han atendido correctamente, pese a que los habituales no callaban por detrás.
Y así anda el panorama y me pregunto ¿que tiene de atractivo el pasar horas y horas en una tienda(que no es suya)?