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20/julio/07
Hemos quedado Chema, Luisete y yo en la estación de Chamartín a las 9 y media de la tarde. El tren sale a las 10:20. Como nos han aconsejado en Renfe, llevamos las bicicletas desmontadas y perfectamente embaladas para meterlas debajo de la litera del camarote.
Cuando vamos a montar en el tren, el revisor que está en el andén nos pregunta dónde vamos con las bicicletas. Le contestamos que vamos a meterlas en el tren porque nos dirigimos a Llançá (Girona). El tipo nos dice que no cree que las podamos meter, que nunca se han llevado bicicletas en ese tren. En ese momento flipamos pero le decimos que lo hemos confirmado con Renfe y que en ese tren se pueden llevar bicis. El revisor dice que nosotros mismos. Un rato después, tras desmontar el embalaje porque no había pelotas a meter las bicis debajo de las literas y tras muchos sudores, el tren está en marcha y el equipaje en su sitio. No nos ha dado tiempo ni ha despedirnos de los familiares. El camarote tiene 6 literas y debido al olor que desprenden los pies de un viajero decidimos pasar el mayor tiempo posible en la cafetería del tren, hasta que nos caigamos de sueño. Nos acostamos a las 2 de la mañana.
21/julio/07
A las 7 de la mañana nos despertamos y estamos ya cerca de Barcelona. El tren llega a las 11 a la estación de Llançá. Ya hemos llegado a nuestro destino!!!
En la estación montamos las bicis y nos vamos a la playa para hacernos las fotos de rigor a orillas del mar Mediterráneo. Hace una mañana espléndida.
A las 12:30 partimos por fin con la bicicleta, ya no la sóltaríamos durante 10 días más. Llevamos unos 8 kilos de equipaje, incluidas las alforjas, todo muy optimizado.
El camino hacia Figueres es pestoso, mucho coche, más bien llano y con poco encanto. Decidimos no parar en Figueras e intentar avanzar lo máximo posible ya que hemos arrancado tarde y al llegar a Besalú, paramos a comer. La tarde parece que se está estropeando.
Después de comer y de hacer un poco de tiempo viendo el Tour salimos otra vez y cuanto más avanzamos más gris se vuelve el cielo. Por fin, llegando a Castellfolit de la Roca (precioso pueblo) se pone a llover así que paramos debajo de un árbol enorme para ponernos la ropa de lluvia.
Esa tarde ya no dejaría de llover, aunque de manera intermitente y entre eso y que se oscureció pronto decidimos llegar a Olot y buscar alojamiento ya que Luisete tiene un problema de insomnio y la noche anterior en el tren no pudo dormir nada.
Ha sido el primer día y ha estado divertido, los ánimos están a tope y poco a poco el paisaje ha ido mejorando.
22/julio/07
Después de un frugal desayuno en el hostal donde nos hemos alojado y de ajustar los cambios de la bici de Luisete (lleva una bici de cromoly del 93 con 21 velocidades, todo un valiente) salimos a la carretera. Hoy empiezan ya los primeros puertos: Coubet y Tosses, a ver que tal se da. La mañana está preciosa de nuevo, pero en las montañas el tiempo es muy variable.
El Coll de Coubet es corto y agradable. En la bajada hacia Sant Joan de les Abadesses nos encontramos con nieve en la cuneta. Desde este pueblo hasta Ripoll vamos por una vía verde, unos 14 kilómetros, en paralelo al río y plana, muy adecuada para relajar un poco de esfuerzo y de atención a la carretera.
Proseguimos camino hasta llegar a Ribes de Fresser. El día se estropea de nuevo y decidimos ir al pueblo a comer por si tenemos que buscar refugio si llueve, como así ocurrió. Nos vimos obligados a colocar el campingas con los macarrones en el soportal de entrada de una peluquería, menos mal que era domingo y ese día no abría.
De nuevo hacemos un poco de tiempo para la digestión viendo el Tour y una vez que acaba la etapa reanudamos la marcha. Ahora toca subir la collada de Tosses: 25 kilómetros de subida muy tendida y cómoda (4-5 %) y ya con paisajes espectaculares. Aún tenemos mucha fuerza y hacemos la subida relativamente rápido, en dos horas estamos en el collado, en el que hay un hotel donde compramos el desayuno de la mañana siguiente. Desde el collado se toma la carretera que va a las estaciones de La Molina y Masella.
La bajada la hacemos a toda pastilla y disfrutando mucho, ya que son unos 23 kilómetros donde solo hay que dejarse llevar, aunque hace algo de frío.
LLegamos al pueblo de Urtx y vemos un sitio ideal para pasar la noche. El pueblo no está muy transitado y al lado de la iglesia hay una especie de porche con una fuente: perfecto. Nos lavamos, lavamos algo de ropa y la tendemos, preparamos la cena (pasta y más pasta) y tendemos los sacos en el cesped para pasar la noche.
Ha sido un día fantástico a pesar de la lluvia. El buen rollo sigue dominando el ambiente y nos coordinamos perfectamente en las tareas domésticas.
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