La afición por el deporte siempre ha estado presente en casa. Empecé con las clases de natación, pero más tarde el fútbol se convirtió en una buena forma de descargar energía. Los fines de semana el ambiente familiar giraba entre cuerdas, mis padres siempre se habían dedicado a la escalada y antes de que aprendiéramos a andar mi hermano Pol y yo habíamos recorrido las zonas más frecuentadas por los escaladores.
A los 12 años apareció una BTT en casa y esporádicamente salía con mis tíos y mi padre. Poco después mi amigo Albert Florensa, con el que había compartido equipo de fútbol durante varios años, me propuso acercarme al polígono donde entrenaba el equipo Velosprint dirigido por Paco Gálvez, y sin darme cuenta, a los pocos días pasé de dar vueltas de prueba con una bici prestada a correr mi primera carrera en Los Pallaresos.
Después de la etapa de cadetes en el Velosprint pasé a formar parte durante mi primer año junior del C. C. Mollet. Hasta ese momento había compaginado la portería de fútbol con la bicicleta en casi todas sus modalidades: pista, duatlones, BTT y ciclocross. Las dos ruedas empezaban a ocupar gran parte de mi tiempo libre y así que me decidí por darle a los pedales.
El segundo año de junior recalé en el Huesca la Magia y con Guillermo Tomás tuve la oportunidad de realizar la Copa España y alguna de las mejores vueltas de la categoría. Los entrenamientos de Eduard Barceló, la constancia y la dedicación hicieron posible una buena temporada, que me dio la oportunidad de incorporarme a las filas del equipo Lizarte de Manolo Azcona. Con Manolo estoy como en casa, tiene paciencia conmigo y le agradezco su confianza.
De momento no puedo pedir nada más: disfrutar de la bici, de las experiencias y continuar aprendiendo.
