Desde la organización de las cuatro pruebas Mussara siempre se habla de que, más que marchas cicloturistas, lo que se crea es una familia. Una familia llena de amantes del ciclismo que comparten esa pasión y la transmiten a quienes tienen alrededor.
Las familias pueden tener hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres, madres… y también, por supuesto, abuelas y abuelos. En Mussara hay un abuelo que destaca por encima del resto. O quizás sería más correcto decir que hay un aitona.
Iñaki Errazkin (Hernani, 1945) es, a sus 78 años, uno más de la familia Mussara. Son casi ocho décadas de amor por la bicicleta y de una manera de entender el deporte que es el mismo que tenía de niño, cuando cogía la bicicleta para entrar y salir del pueblo.
En 2021 completó los 135 kilómetros de la Mussara Reus, a los 76 años. Este año, en 2023, ya se prepara con su grupeta para nuevos desafíos: en Italia, por ejemplo, o también más cerca de su tierra, en la Mussara Donostia – San Sebastián.
Iñaki, nos han dicho que hasta organizas las salidas de la grupeta.
Pue sí, mira, este fin de semana saldremos y tendremos 130 kilómetros y dos puertos. Para ir preparándonos, con eso vale.
¿Cómo van los entrenamientos para vuestras próximas marchas?
Bien, dentro de lo que cabe. Vamos poco a poco y cada vez hacemos entrenamientos más largos. Salimos todos los fines de semana.
¿Cuál es la salida más dura que habéis hecho con la grupeta?
El año pasado, por ejemplo, subimos Stelvio (Paso Stelvio, en los Alpes). Ahí hicimos unos 160 kilómetros. Luego hemos hecho alguna más larga, quizás de unos 200 kilómetros.
¿Cuándo empezaste a montar en bici?
De toda la vida. En nuestra casa, entonces, no había más que bicis para moverse de un lado a otro. Yo vivía a 3 kilómetros de Hernani y nos movíamos siempre en bici. En casa, tenemos otro hermano que corría y siempre ha habido afición.
¿Cómo empezó la afición en la familia?
Mi padre trabajaba en una papelera. Ellos tenían un primo que corría en bici en profesionales y todo. El hermano mayor de mi padre corrió con Rafa Carrasco (exciclista profesional de los años 60). En Reus, en un campeonato de España, hicieron primero y segundo. Carrasco le ganó al sprint.
El hermano de mi padre se cuidaba mucho, yo para eso era un poco oveja negra (risas). Andaba en bici, pero de cuidarse nada. Ahora sí. Ahora me cuido.
¿Y alguna vez te has visto para correr entre profesionales?
En aficionados anduve un año. En máster también corrí unos cuatro años o así. Gané alguna carrera. Ahora lo que pasa es que monto mucho. Entre semana ando en bici unos tres días y luego el sábado y el domingo. En total, cinco días a la semana.
¿Alguna vez has calculado cuántos kilómetros puedes hacer en un año?
Por decir algo… diría unos 15 o 16 mil kilómetros. Quizás 20.000 algún año.
En 2021 hicisteis la MussaraReus. ¿Cómo conocisteis la carrera?
Fue después de la pandemia. Habíamos salido muy poco y alguno de los amigos de la grupeta nos comentó que por fechas nos iba bien y la carrera tenía buena fama. Fue el 30 de octubre, creo. Nos animamos cuatro o cinco para ir.
¿Y os gustó?
La verdad es que fue una experiencia muy chula. Un recorrido muy bonito, nos encantó. La afición, la organización, el ambiente que había… todo muy bien.
A lo mejor 135 kilómetros se os hicieron cortos…
No, no, no (risas). Ya vale, ya vale. Dándole un poco fuerte ya son bastantes. Los años no perdonan.
Y habiendo montado durante tantos años, ¿la bicicleta te sigue gustando tanto como cuando eras más joven?
Para mí sí. A mí nunca se me ha ido la afición. Me preparo mejor ahora que antes, eso sí. Me gusta todo el deporte, pero es que con la bici voy… ciego. Mi pasión es el ciclismo.
Nos han dicho que en la grupeta te llaman el ‘aitona’. ¿Te respetan dentro del grupo? ¿Te escuchan?
A veces se ponen encima y todo (risas). No, no, me respetan mucho. Los recorridos de los sábados, por ejemplo, los elijo yo. Alguna trampa ya les meto… para calentar un poco.
Hay un par de jóvenes en la grupeta que andan muy bien, pero yo no me quedo nunca. Y aunque me quede, como me sé los caminos… pues voy recuperando.
¿En todos estos años que has montado, hay algún ciclista que te haya impresionado especialmente?
De chaval, el que más me impresionó fue (Jacques) Anquetil. Le vi en una contrarreloj entre Bayona y San Sebastián en La Vuelta a España y me quedé sorprendido. Le vi subiendo de Irún a Oyarzun, una cuesta bastante empinada, y parecía que venía parado, es que ni se movía.
Le veías y parecía que iba despacio. Otros corredores iban moviéndose mucho y pensaba que venían más rápido. Pero luego veías los tiempos y les había metido una minutada a todos.
Y hay algún ciclista vasco de los actuales que te llame la atención…
Hoy en día me cuesta un poco más. Quizás, Pello Bilbao. No se le reconoce todo lo que debería, pero es un tío que da callo y trabaja. Donde sale, siempre está arriba, entre los 10 primeros. Es un chaval que siempre va bien y da resultados.
Nos han dicho tus compañeros que tienes mucha capacidad de sufrimiento, que aguantas siempre bien sobre la bicicleta.
Hay que saber. No todas las personas somos iguales. Yo, por ejemplo, sé coger un ritmo y aguantar. A mi edad, si alguno pega un tirón, pues se me va. Pero yo sigo a mi ritmo y de allí a poco tiempo ya estoy encima.
¿Cómo te definirías como corredor?
Yo lo que he tenido siempre es que he subido siempre bastante bien. Si hay que llanear, me defiendo, y si hay un sprint de un grupito pequeño pues también salgo. Bueno, o salía (risas). En contrarreloj he corrido alguna como aficionado y no andaba mal. Sobre todo, soy un corredor completo.