Hacia una semana de Los 10000 del Soplao, y una vez mas en esta temporada, el cuerpo no seguía en su punto. Días antes de la cita en La Milenaria de Oña aún dudaba en si asistir o no, entre el cansancio acumulado y la probabilidad de lluvia el ánimo no estaba en su punto más alto precisamente.
Esta no pintaba ser una carrera de buenas sensaciones, pero me dejé llevar por otras cosas que rodean a este deporte; las marchas cada vez están mejor organizadas, el ambiente que se crea cada vez anima más a participar, las féminas somos mejor tratadas con condiciones cada vez mas igualadas a las de nuestros compañeros, los recorridos cada año son más variados y mejorados, con más senderos, mejoras en el marcaje, diferentes opciones en función del nivel deportivo, juegos para niños, seguridad vial, el ambiente cada año que pasa mejora, cada vez nos conocemos más y por lo tanto son más las anécdotas, los saludos y sonrisas a repartir. Las amistades, el equipo, la dedicación por parte de la organización... Un poco todo esto hizo que me animase, al menos a participar en el ambiente y disfrutar del recorrido.
En la salida fue genial vernos un grupo de chicas habituales del circuito y/o copa diputación y alguna cara nueva de lo cual me alegro, a ver si poco a poco más y más mujeres se van animando. La organización se las ha apañado este año para juntarnos a unas cuantas mujeres de varias comunidades, ya conocidas entre nosotras por lo que el ambiente entre nosotras es envidiable. Compartíamos rápidamente saludos, ánimos, felicitaciones, nos deseamos suerte y tomamos la salida.
Salíamos en la Copa diputación, con lo que el ritmo de salida, una vez más, a much@s se nos va de las manos. Ya en un pequeño sendero de subida, cada uno se va colocando en su lugar. El recorrido contaba con largas y tendidas rampas que dejaban pedalear fluidamente y bajadas rápidas y de baja peligrosidad. No es un recorrido difícil ni técnico, lo cual yo en muchas ocasiones lo asocio a aburrido, pero nada más lejos de la realidad en este caso.
Este año al verme tan cansada, mi única idea era la de regular para no agotarme mentalmente al ver que el cuerpo no respondía y esto me ha permitido poder disfrutar del paisaje. En un primer momento mis sensaciones me dijeron que, como venia pensando días atrás, tocaba regular.
Compañeras me alcanzaban en las largas subidas y no me quedaba otra que pensar fríamente, dejarles disputar sus puestos y dejarme llevar por sensaciones. Pero como es el cuerpo, hay veces que te sorprende y cuando menos te lo esperas te responde sorpresivamente con brotes de energía. Recuperando en las bajadas y volviendo a regular y perder puestos en las subidas me vi envuelta en un ambiente competitivo divertidísimo.
Las vistas desde la primera subida hacia el pueblo de Oña y las montañas del otro lado del valle eran preciosas, el paso por el pueblo, con el suelo empedrado, el santuario y el ambiente de niños y mayores animando te hacían olvidar el sufrimiento momentáneamente y te sacaban una sonrisa.
La segunda subida, de ritmo constante terminaba en un alto con otras vistas maravillosas, se podían apreciar los campos sembrados al fondo y finalizábamos la subida con un falso llano en una campa verde donde una buena rueda a relevos te hacia avanzar a ritmo de carrera.
Durante los primeros 40 kilómetros no dejamos de vernos continuamente, era un tomar y ceder puestos constante. Mirábamos hacia atrás y nos veíamos compartiendo los 2º, 3º, 4º y 5º puesto con diferencias de pocos segundos. Entre risas y sufrimiento nos mirábamos y comentábamos la jugada entre nosotras. Por momentos nos separábamos pero sabíamos que no andábamos muy lejos, por lo que la carrera estuvo manteniéndonos en vilo hasta el ultimo segundo, la gente y voluntarios nos cantaban los puestos y las distancias entre nosotras, debiendo así buscar la mejor estrategia, regular, forzar, arriesgar, guardar...
Las bajadas limpias, arregladas y perfectamente señalizadas hacían del circuito un recorrido seguro y sin más peligrosidad que el ritmo de bajada que cada uno decidiese dedicarle. La guinda del pastel la pone una última rampa por un sendero precioso, el verdor de la vegetación y la sombra hacían del sendero un tramo de duendes y hadas, eso si, duro de c. jejeje. Una subida constante pero que a estas alturas, si no se ha regulado previamente, se puede atragantar.Una ultima bajada divertida y entramos a meta atravesando el pueblo, recibidos entre aplausos, niños alegres, familias expectantes, compañeros contando anécdotas y un espectacular avituallamiento con refrescantes frutas y opciones saludables para recuperarnos del esfuerzo.
Finalmente pude compartir el pódium con mi compañera Mónica Carrascosa, inalcanzable y que no tenia rival a su altura, felicidades campeona. El tercer puesto estuvo disputadísimo de nuevo, al igual que el año pasado, entre Verónica Fernández y Arantza Pérez, llevándose ésta última el puesto y especial premio como campeona de Castilla y León.
Gracias a toda la organización y voluntarios, ha sido una gran carrera, no hay nada que mejorar, pero seguro que el próximo año, al igual que en este, nos volvéis a sorprender, por lo que, el año que viene evitare pensar en no acudir, releeré esta crónica y volveremos a disfrutar de este ambiente deportivo-festivo.
Especial agradecimiento a la organización y voluntarios, a David Linaje y al hotel El Rincón por su dedicación y especial atención.
Mai Larrinaga - Corredora del BZ Team
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