FINISHER. Esta es la palabra que define lo que he conseguido este pasado sábado en la prueba B-Pro Non Stop Aramon Bike en su versión Pro. Tal vez a algunos os suene a chino y para otros no tenga importancia. Para mí si por el hecho de que soy de los que piensa que en esta vida hay que buscar nuevos retos y pasiones, y concretamente el deporte en general y la bici en particular es uno de ellos. Desde que abandoné el basket hace dos años, habiéndolo practicado toda mi vida, en la bicicleta había venido realizando diferentes pruebas pero ninguna tal vez de las características de esta recién realizada.
Han sido días y horas de preparación encaminadas a intentar llegar de la mejor manera posible con la poca experiencia que tengo en esto de la bici. Para mí todo lo que se lleva ahora de watios, frecuencias, alimentación, series, etc... es aún una incognita por el total desconocimiento que tengo. Hasta hoy, me subo a la bici siempre que puedo y estoy sobre ella lo que me apetezca, tiempo que pueda y sensaciones en dicho momento.
Dejando al margen, lo anterior para otro foro de debate, el viernes llegaba acompañado de la familia a Castejón de Sos a eso de las 20:00, supuesta hora máxima de recogida de dorsales el día previo. Aún así, tengo la suerte de poderlo recoger y evitarme algún que otro nervio añadido previo a la prueba. Luciría el dorsal 96. Ya se vivía ambiente de mountain-bike por todos lados. Seguido a alojarnos en el Hotel Pirineos, a 20 metros de la salida y meta de la prueba, lo que era de agradecer para evitar problemas de planificación previos al arranque de la prueba. Desde que hice entrada al pueblo, nuevas sensaciones contradictorias que se unían a las que se habían generado durante el transcurso de la semana del tipo: ¿seré capaz de llegar? ¿a dónde voy?, etc…. Si a eso se le suma que a tu alrededor cenando reconoces gente que se dedica a esto de manera profesional, acordando tácticas de carrera conjuntas pues apaga y vámonos. A destacar, Javier Salamero y Carlos Portilla del Oki-Orbea, Roger Argueleguer, Nuria Picas y Sandra Santayes del Bicis Esteve entre otros. Tras cenar, tocaba preparación del material con la duda principal del aspecto climatológico.
Sábado 6:30 am y suena el despertador. El día ha llegado. Ya no hay marcha atrás. Los nervios no me han dejado descansar todo lo que hubiese querido pero bueno, considero que es parte de lo que rodea a la bicicleta. Tocaba prepararse, bajar a desayunar mientras los míos seguían durmiendo y revisar si todo estaba bien (material, ropa, geles, bebida) para ser a las 7:30 cuando tomo contacto con la calle para el calentamiento previo a la salida. El frío es considerable y barajo la opción de abrigarme un poco más, lo cuál desecho confiando en la mejoría de la temperatura mientras subo y bajo por la calle principal del pueblo cruzándome con unos y otros. Todo me llama la atención, corredores y bicicletas principalmente, atenuando los nervios que ya tenía. A falta de 10 minutos se nos llama por megafonía para colocarnos en la salida posicionándome en primera línea de forma casual tras el cajón preferencial que lo ocupaban los anteriormente mencionados junto al vizcaíno Julen Zubero y el catalán Israel Romero para ser con puntualidad rigurosa a eso de las 8:00 cuando el alcalde de Castejón (propietario del hotel donde me alojaba) quién diese el pistoletazo de salida con la bocina naútica.
Primeros kilómetros para dirigirnos a la principal dificultad del día, la montaña de Rims a 2.200 metros a donde se llegaba después de 19 kms. Los favoritos se situaban al frente, mientras el resto permanecíamos agazapados esperando acontecimientos. Un zig-zag continuo con curvas con desnivel nos adentraba en la pista que nos llevaría a esta cima, no sin haber algún que otro enganchón que propiciaba alguna caída sin importancia fruto de la pelea por coger posiciones. Cedía unos metros con la intención de no reventar a las primeras de cambio, mientras ascendía en un grupo de siete corredores. Por momentos el viento y frío era considerable, produciendo que incluso además de no poder avanzar casi me tirase en un par de ocasiones al suelo y haciéndome perder un poco la rueda del grupo, lo que recuperaba momentos antes de coronar la cima. Aún así, las sensaciones eran buenas. Llegados a este punto, llegaría mi cruz. Un descenso freerider y vertiginoso por pendientes pronunciadísimas, llenas de agujeros del ganado y por un sendero en donde ni tan siquiera cabía la bici, lo que hace que además de pasar miedo me haga perder unas cuantas posiciones que en un largo descenso como ese, fueron distancias imposibles de recuperar. Pero bueno, era consciente de que iba a disfrutar y no quería percances graves en formas de caídas. Una vez superado este tramo, otro donde estábamos obligados a echar el pie a tierra por los pasos de roca totalmente insalvables sobre las dos ruedas para llegar a una zona más cómoda de senderos técnicos donde estaría más a gusto y empezar a disfrutar. Todo lo anterior había ocurrido en los aproximadamente 20 primeros kilómetros.
Sobre el km. 30 me juntaba con un francés, para el cuál el castellano debía ser alguna lengua milenaria no quedando otra que entenderme con él en inglés de barrio, lo que fue una anécdota curiosa y que hizo más ameno los kilómetros en los que rodamos juntos mientras nos dirigíamos a la zona de Las Paules por pistas y senderos entre por bosques donde las vistas eran muy agradables teniendo que utilizar tramos de asfalto para unir las diferentes pistas y caminos de piedras continuos.
Llegando al ecuador de la prueba, aparecían tal vez los peores momentos de toda la prueba. Sensaciones muy malas en todos los aspectos, pero sobre todo de cabeza. Tal vez la situación de ir en solitario, el desconocimiento de la zona, la falta de referencias, hacía que incluso solo pensara en llegar a un punto de control para coger y bajarme de la bici. El aspecto físico era bueno, pero por la cabeza se me pasaron muchas cosas para valorar la posibilidad de tomar tan drástica decisión.
Llegaba el tan deseado control de paso, y prácticamente la decisión era firme más cuando veía un vehículo de la organización destinado al transporte de corredores que abandonasen. Tras comer y beber un poco en el avituallamiento, los ánimos de un organizador me hacían recapacitar y pensar en el objetivo con el que había acudido hasta allí. Me describía un poco lo que quedaba, que casualmente una vez que seguía en carrera no era tan apetecible como lo pintaban pero seguía en carrera y parecía como si tal decisión hubiese beneficiado a mi cuerpo dirigiéndome hasta el alto de Bonannsa a ritmo ágil y alcanzando a algún que otro compañero de fatigas.
Avanzaba en la prueba, y llegado al km.80 mientras estaba a punto de coronar nueva cima, sufría importantes calambres que me impedían pedalear, teniendo que bajarme de la bici y estirar un poco. Aún así, tuve que hacer unos pocos metros andando para terminar de relajar la musculatura y poder continuar, lo que afortunadamente sucedió. Hasta el momento la hidratación creía que era buena, tal vez pecase de comer algo menos de los que debía. Me acerco hasta el último avituallamiento de la prueba y de manera relajada aprovechaba para repostar un poco más y encarar el final que ya vislumbraba, teniendo en el horizonte el premio de llegar.
Últimos kilómetros y previo al último descenso, la señal de 2 kms. meta, lo que me hace dar un grito de alegría y quitarme la presión que internamente me había generado yo mismo, siendo consciente de que lo iba a conseguir entrando en meta con un tiempo de 6 horas y 55 minutos en la posición 35. Reto conseguido.
Como conclusiones a nivel personal, decir que ha sido una experiencia positiva a pesar de lo descrito anteriormente. Me ha permitido disfrutar de la familia que me ha acompañado, lo que siempre es más gratificante, me ha permitido disfrutar de un evento nuevo para mí organizado de manera excepcional por un grupo humano en el que todo el pueblo, pequeños y mayores estaban volcados.
En cuanto al aspecto deportivo, creo que este tipo de pruebas se acercan más a mis condiciones encima de la bicicleta, donde el aspecto competitivo queda un poco en segundo plano siendo el objetivo principal la superación personal. Por lo que es muy posible que me enfoque más a este tipo de pruebas en un futuro. Me ha llamado también la atención el auge de las 29er, las cuáles me gustaría probar lo antes posible, ya que creo que en este tipo de pruebas pudiera tener más ventajas que desventajas para mí.
En definitiva, chapeau para todos aquellos que me han permitido poder disfrutar de esta experiencia.