Este artículo va dirigido por tanto a todos aquellos, aunque ya minoría, que a pesar de su gran afición, voluntad e incluso la buena disponibilidad de avituallamientos por la organización a lo largo del recorrido lo pasan un poco mal debido al agotamiento de sus recursos energéticos. Leed atentamente este artículo y comprenderéis las bases para evitar esa temida “pájara” y mejorar vuestros tiempos en estas pruebas de larga duración.
La vía aerobia de contracción muscular exige, por definición, oxigeno como comburente y glúcidos y ácidos grasos como combustible. Los ácidos grasos se pueden utilizar sólo en combinación con los glúcidos; según el antiguo adagio, las grasas arden con el fuego de los hidratos carbónicos. La utilización de lípidos permanece moderada cuando el trabajo general se realiza con una potencia alta.
Los glúcidos constituyen, entonces, lo esencial del combustible requerido; provienen, a la vez, de las reservas glucogénicas locales y del aporte de glucosa transportada por la circulación.
Durante un trabajo muscular intenso la glucosa sanguínea se mantiene a un nivel satisfactorio gracias a la reserva glucogénica del hígado, unos 100 gr., a la absorción intestinal de glúcidos; estos últimos transitan por la glándula hepática. El glucógeno de los músculos inactivos o poco activos no se usa en beneficio de los músculos que efectúan la parte esencial de la prueba dinámica.
El papel restrictivo que juega a nivel de los músculos activos una carencia de glúcidos, parece haber sido sostenido, en algunos casos, cuando la potencia del trabajo dinámico exigía un gasto de oxígeno que va del 70 al 90% de la VO2 máx.
Partiendo de estas constataciones, autores escandinavos han preconizado un régimen bien provisto de glúcidos durante los días que preceden las pruebas deportivas. El glucógeno muscular se ve entonces incrementado y se conseguirían mejores resultados.
En el momento de una prueba que implica menos del 70% de la VO2 máx., el empobrecimiento extremo de las reservas locales de glucógeno en el momento en que aparece el umbral de agotamiento no se ha demostrado. Esto se explica por el nivel menos elevado de las necesidades energéticas, en glúcidos, del músculo, tanto en valor absoluto como relativo; la parte de los ácidos grasos en el suministro de energía se ve netamente incrementada. Los glúcidos necesarios para la contracción se obtienen de la sangre e incluso la glucemia se mantiene en un valor satisfactorio por la gluconeogénesis y también gracias al aporte de azúcar en el transcurso de la prueba tomado por vía digestiva.
Los lípidos juegan un papel importante en la energética del trabajo muscular cuando éste es prolonga.
Los ácidos grasos oxidados a nivel de la fibra muscular en relación con los glúcidos permiten la síntesis del ATP. El stock lipídico en el organismo es habitualmente sustancial dado que se evalúa por un promedio del 12 % del peso del individuo respecto a un grupo de individuos del sexo masculino, una cifra bastante más alta en la mujer.
Como conclusión podemos decir que una deficiencia en el suministro de glúcidos puede, eventualmente, jugar un papel restrictivo en una actividad muscular de nivel elevado, entre 70 y 90 de la VO2 máx., esta deficiencia no se produce de forma tan palpable por debajo de un consumo de oxígeno del 70% de la VO2 máx., por lo que si nuestro interés es acabar la prueba lo mejor posible con respecto a nuestro nivel físico, e incluso psicológico, cuidaremos de manera preferente la ingesta de hidratos de carbono. Pero si vamos a realizar un largo recorrido sin forzar la marcha o como mero entrenamiento de fondo no es tan vital el almacenamiento de glúcidos aunque si muy recomendable.