En la Titan Desert no son todo cracks del ciclismo, ni exprofesionales camuflados, la gran parte del pelotón son personas normales que compaginan su trabajo su familia y sus amigos con el placer de pedalear. Se entrenan todo lo que pueden, pero con un objetivo muy claro, vivir una aventura rodeado de amigos y guardar una experiencia en su memoria que les acompañará el resto de su vida.
Este es el caso de Mónica Sopeña, una locuela de las dos ruedas que se ha prestado a contarme cada día como vive su experiencia Titan Desert y mostrarnos ese lado placido del ciclismo que algunas veces olvidamos.
Lo primero que me cuenta en su audio diario es, Mónica esto hay que venir y vivirlo, esto es una pasada, somos unas 40 chicas que lo estamos intentado dar todo. Las etapas son duras por el calor al que no están acostumbradas, las lenguas de arena son muy pesadas dicen……jajaja, esto no es la playa hay que pedalear mucho y se hace duro, pero el ambiente que se vive, el compañerismo y convivencia hace que todo se vea desde otro prisma. Muchos golpes de calor y deshidratación marcaron la primera etapa en carrera.
La convivencia del día es genial, pero cuando se acerca la noche y tu colchoneta hinchable te espera dentro de una haima común, donde los ronquidos y el ruido hace que nadie sea capaz de descansar, la cosa cambia, únicamente el Feliciano que se despierta con la boca abierta y babeando feliz después de roncar sus 8 horitas de rigor, se siente con fuerzas y capaz de todo…..jajajaj . Las ojeras afloran ya desde la primera etapa y aún así la ganas de aventura y los nervios de carrera mandan, aún les queda mucho por vivir.
La segunda etapa, la maratón, ha sido de las más duras que se recuerdan en años, más de 50grados , horas y horas de empujar y portear las bicis, que van cargadas con todo lo necesario para afrontar la etapa del día siguiente. Las ampollas y las deshidrataciones comienzan a aparecer, pero si te lo tomas a tu ritmo van saliendo las etapas, nuestra heroína poquito a poco va superando los barrancos, el color, la deshidratación y el viento de cara. Caminar descalza por la arena del desierto tiene su puntito, pero las rozaduras y ampollas llenan el botiquín.
La tercera etapa, se tiñe de luto por el fallecimiento de un compañero en carrera. Es duro vivir esto en el campamento. Cambio de circuito, de recorrido y un pelotón compacto, como una procesión de semana santa, rueda unido por su compañero, ya solo queda descansar para afrontar la siguiente etapa.
No todo el mundo sueña con pódium ni laureles, muchos, muchísimos son los valientes que sueñan únicamente con terminar en la titan desert
Suerte tocaya, vive tu sueño y cuéntanos mucho más, crónica de Mónica Carrascosa.