• El ciclista de Pinto será el homenajeado en la próxima edición de la Quebrantahuesos, llevando el dorsal número 1.
• Alberto Contador, una de las grandes leyendas del ciclismo en España, nos cuenta cómo afronta su estreno en esta prueba.
Después de tantos y tantos kilómetros y ahora llega tu primera QH. ¿Cómo te imaginas el próximo 22 de junio?
Desde mi retirada, bien por mi ocupación como embajador de L’Etape du Tour bien por alguna invitación, he tenido la oportunidad de acudir a varias pruebas cicloturistas y ciclodeportivas y lo primero que me llamó la atención de todo este mundillo fue el gran nivel de los asistentes, que sacan horas de su día a día para prepararlas y afrontarlas con nivel. La Quebrantahuesos es una de las pruebas con más renombre de todo este universo y también de las que más eco tienen dentro del profesionalismo por diferentes motivos. Muchos excorredores profesionales son asiduos y siempre hay un momento, una conversación, en la que sale. Pero también ha sido tema de conversación con amigos, aficionados y practicantes de la bici. Te cuentan cosas del recorrido, del ambiente, de la organización... Y claro, siempre sale ese Pues algún día tengo que ir . Me imagino que Sabiñánigo, toda la zona, es una fiesta, con un ambientazo tremendo. Me apetece muchísimo vivirlo en primera persona.
¿Te has marcado algún objetivo para el 22 de junio?
Uno de mis últimos recuerdos por algunas de esas carreteras es una etapa de la Vuelta con final en Formigal en la que le pusimos en algún que otro apurillo a Chris Froome... Íbamos a tope, full gas. Me gustaría poder disfrutar algo más el paisaje que aquel día, jeje. Y por supuesto pasarlo muy bien y disfrutar de un gran fin de semana de ciclismo con todos esos practicantes y aficionados.
Tras tu retirada, te encuentras centrado en ayudar a progresar a jóvenes ciclistas con el equipo que lleva tu nombre ¿Cómo es esa experiencia tras tantos años centrado únicamente en tu carrera deportiva?
Es una experiencia muy gratificante. Ya en los últimos años de profesional tenía más que claro que le debía devolver al ciclismo lo mucho que me había dado a mí y fue una de las vertientes con la que día a día trabajamos en mi fundación. Y digo una porque por otro lado también tenemos la vertiente más social y solidaria que tiene que ver con la concienciación sobre el ictus o el proyecto Bicis para la Vida, que también aportan grandes satisfacciones. En el lado más deportivo, por decirlo así, trabajamos a todos los niveles, desde la Escuela hasta el equipo continental, y aún nos quedan algunos pasos que dar para convertirnos en una estructura integral de ciclismo, lo que nos gustaría. En todo caso, y es algo en lo que hacemos mucho hincapié, y sobre todo entre los más pequeños, le damos una importancia capital a los estudios: la bici no es tan importante como los estudios ni debe aparcarlos. Ni tampoco debe ser nunca una obsesión a esas alturas.
El recorrido de la QH te evoca grandes recuerdos con muchos tramos que han formado parte de La Vuelta a España o del Tour de Francia. ¿Qué recuerdos tienes de esta zona?
Como os decía antes me vienen a las piernas algunos dolores, jeje. La etapa de Formigal de la Vuelta a España 2016, en la que ganó Nairo Quintana. Ya había estado en Sabiñánigo antes, durante la primera de las ediciones de la Vuelta que gané: en 2008 una etapa acabó aquí; llegó una escapada numerosa, si no recuerdo mal, y ganó Greg van Avermaet. Yo entré en el pelotón, como a siete minutos, y a rueda de Alejandro Valverde. Perdí alguna posición en la general, pero estaba bien colocado después de las etapas de Andorra y Pla de Beret.
¿Cuál es tu puerto favorito de los cuatro que recorre la QH?
Hmmmm.... Te diría que el Marie Blanque, aunque lo mismo el próximo 22 de junio cambio de parecer, jajaja.
La QH reúne a miles de ciclistas amateurs junto a exciclistas profesionales de talla mundial como tú, ¿qué es lo mejor de este tipo de eventos donde conviven estas dos realidades?
Sobre todo, la posibilidad de conocer esa otra realidad. Cuando eres ciclista profesional, y más a ciertos niveles de exigencia, vives en una especie de burbuja fruto de la rutina: entrenarte al máximo, cuidarte al máximo, descansar al máximo... Claro, para ti una marcha es algo muy lejano en el sentido de que está en otro extremo de lo que es tu día a día. Incluso por la cervecita de después. Es una fiesta, un punto de encuentro, con mogollón de voluntarios con su mejor sonrisa para que tengas un gran día, y en un marco paisajístico de gran belleza... La confluencia de todo eso, sin duda.