Tan solo hace 4 años que llevo practicando la bicicleta de montaña en Madrid, pero ha sido tiempo más que suficiente para descubrir que tenemos un entorno idóneo para el desarrollo de este deporte. ¿Cuál es el problema entonces? Creo que al igual que yo, este mismo descubrimiento lo han hecho cientos de personas en nuestra comunidad autónoma, lo que nos lleva al problema principal que se define con una sola palabra, masificación.
¿Por qué no había esta masificación tan solo hace 10 años atrás? En mi opinión porque en aquella época no existían las bicicletas que existen actualmente, con unos avances tecnológicos que permiten a mucha gente, sin tener una capacidad física o técnica espectacular poder ir por casi cualquier sitio de la sierra madrileña sin ningún problema. Si a esto le unimos la pasión creciente por el deporte en general que se está viviendo en los últimos años, y no me refiero sólo a la práctica cada vez mayor del ciclismo, sino también del senderismo, el running, etc... Obtenemos un auténtico coctel molotov para nuestro entorno natural, que en Madrid es relativamente pequeño para los 6 millones de habitantes actuales de la CCAA madrileña.
Pues esta pequeña reflexión que me ha llevado tan solo 5 minutos, es la que parece no han hecho ninguna de las autoridades medioambientales, deportivas y legislativas de nuestro CCAA. Bueno disculpen, sí parece que han intuido que existe un problema, pero como viene siendo habitual se ha optado por la salida más fácil, ¿hay problemas? Prohibición. ¿Para qué vamos a pararnos a elaborar una regulación que permita a todos los madrileños disfrutar de su entorno natural desarrollando sus actividades deportivas y de ocio sin conflicto?
Concretamente, se ha tomado la decisión de prohibir la práctica del ciclismo de montaña en determinados lugares, en base a una regulación inexistente, apoyándose únicamente en las quejas y movilizaciones de algunos colectivos asustados por la “invasión” de lo que ellos consideran su parcela privada, la Sierra Madrileña, que a mi entender es de todos.
Efectivamente, la Sierra Madrileña es de todos, y como tal debe ser respetada y conservada por todos, ciclistas, senderistas, runners, cazadores, montañeros, recolectores, caballistas, y todo aquel que decida hacer uso de ella. Por eso, no se puede consentir la expulsión de unos colectivos en beneficio de otros.
Podríamos entrar en este momento a debatir sobre los impactos medioambientales que causan la práctica de los deportes de montaña, y lo defino así, porque todas y cada una de las actividades que he nombrado anteriormente tienen un impacto innegable sobre nuestra sierra, todas y cada una, ¿las bicis deterioran y erosionan el terreno? Toda actividad deportiva, de ocio, o de explotación del terreno llevada a cabo por el hombre, sin excepción, supone un impacto sobre el medioambiente.
Por lo tanto, y dicho esto, vamos por favor a dejar de demonizar la práctica del ciclismo de montaña y reflexionemos. Pensemos en qué medidas se pueden tomar para que todos los colectivos podamos convivir, intentado que las afecciones al entorno derivadas de estas actividades sean las menos posibles.
Todas las voces en contra del ciclismo de montaña reivindican que su práctica se limite a pistas de más de 3 metros de ancho, pues consideran que esto no tiene impacto alguno en el medio natural. Sin embargo, nadie se ha parado a pensar qué supondría que todos los ciclistas de montaña circulásemos única y exclusivamente por este tipo de vías, por donde también transitan en su mayoría caminantes y caballistas. Probablemente la Gran Vía en Navidad estaría más despejada. Sin tener en cuenta, además, las velocidades que se pueden llegar alcanzar con una bicicleta bajando por este tipo de caminos.
El uso razonable de senderos por bicicletas de montaña, no es peligroso, ni causa ningún deterioro insostenible del medio, como así lo han demostrado varios estudios, aún me estoy preguntando cómo es posible que en zonas de un valor natural sin parangón como Pirineos, Alpes, Grandes Parques Nacionales en USA, etc…, la práctica del ciclismo de montaña no está solo permitida, sino también incentivada. Muchos senderos abiertos y utilizados desde hace años por las personas para recorrer kilómetros en la montaña, permanecen abiertos precisamente gracias a la bicicleta de montaña, pues de lo contrario, éstos estarían invadidos por la maleza ya que las nuevas vías pecuarias y carreteras han limitado su uso, y en muchos casos por esos senderos ya no camina nadie o casi nadie (léase la historia de Ainsa, y de cómo surgió la ahora denominada Zona Zero).
Este uso razonable antes mencionado, es lo que nos lleva al segundo factor, el comportamiento del ciclista. En el ciclismo de montaña, como en todos los colectivos, desgraciadamente contamos con gente que no respeta a nada ni a nadie. Aquí quiero hacer una autocrítica en varios sentidos.
Primero contra aquellos que ven la bici de montaña únicamente como un medio para soltar adrenalina sin importarles qué o a quien se lleven por delante, pero como su propio nombre indica, estamos hablando de bicicleta de montaña, y si te importa un bledo esta última, mejor quédate en casa o descarga adrenalina dando golpes a un saco de boxeo.
Segundo, contra todos los maleducados, que no saben saludar cuando se cruzan con otras personas por el monte, los que no saben respetar las prioridades de paso, o bajan por las trialeras como locos en fin de semana por zonas transitadas por otros colectivos sin saber pararse a tiempo, los que no respetan los calendarios de caza y van a montar a zonas donde en ese día concreto sin importarles ni siquiera su propia vida. Por eso, todos los ciclistas que estamos en contra de este tipo de comportamientos, no nos callemos y denunciemos estos comportamientos que no hacen más que perjudicarnos a todos.
Con todo esto, pido a los ciclistas de montaña, unión. De todos, sin importar la modalidad, rally, enduro, DH, lo que sea. Unámonos, no dejemos que se nos impida hacer lo que más nos gusta, dejémonos de criticar entre nosotros y propongamos soluciones.
Si pensamos que al final todo se reduce a una cuestión económica, entonces pongamos de nuestra parte ¿por qué no pagar una cuota de licencia anual para practicar el ciclismo de montaña? Al igual que nos gastamos miles de euros en bicicletas, equitación, protecciones, hagamos nuestra aportación para conservar el medio por donde transitamos con nuestras bicis.
Si pensamos que hay una persecución en nuestra contra y estamos hartos de que se nos atribuyan plagas de orugas, erosiones y destrozos provocados por maquinaria maderera, basuras arrojadas por otros colectivos, etc... Manifestémonos, utilicemos las redes sociales, hagamos camisetas que dejen claro a la gente que no somos delincuentes sino deportistas amantes de la naturaleza.
Si estamos de acuerdo con que puede haber masificación, intentemos ser razonables, acotemos nuestros grupos de quedadas, en sitios especialmente sensibles, seamos conscientes de que tal vez ver bajar por un sendero a 15 personas a la vez con cascos integrales, etc… puede asustar un poco.
Y por último quisiera pedir apoyo desde aquí. Pedir apoyo como aficionada, ciclista de montaña, que no forma parte de ningún club, asociación, federación, empresa, patrocinador, o similar. Apoyo, a las Federaciones madrileña y española de ciclismo, no sólo existe el ciclismo en ruta o de carretera, practicado por cierto por muchos de los que hacemos montaña, ayudarnos desde vuestra posición a salvar el ciclismo de montaña para que algún día podamos tener un Carlos Coloma madrileño.
Para terminar, sólo dar las gracias a asociaciones como IMBA, especialmente IMBA Madrid, que tanto han hecho y continúan haciendo por el ciclismo de montaña, y a los que han permitido que este pequeño y humilde escrito llegue a más gente, pidiendo perdón a todos aquellos que con mis palabras se sienta ofendidos o no estén de acuerdo con lo que he intentado expresar aquí.
Irene BP