Si año tras año hay más de 1.200 participantes con las inscripciones cerradas meses antes, es porque la formula funciona y a la gente le gusta. El éxito de La Rioja Bike Race es incuestionable y no hace falta hacer más publicidad contando cosas bonitas de la prueba. Así que pasaré directamente a comentar cosas que tal vez no me han gustado tanto, críticas sin sentido de algún participante, y otras situaciones curiosas que se han vivido desde dentro.
Por ejemplo el tema de los atascos. Compañeros me contaban que en varias ocasiones habían permanecido varios minutos parados, tiempo suficiente para echar una partidita a las cartas o tomar un cafelito rápido, bromeaban. No me lo creía hasta que me toco a mí bien avanzada la tercera etapa y rodando incluso entre los 50 primeros. Apenas fueron unos segundos, perfectos para enderezar la espalda, coger aire, y contar algún chiste intentando sacar una sonrisa a los rivales. Me pareció una situación simpática y personalmente no entiendo que esto sea motivo de queja. Hay que tener en cuenta que te detienes con tus semejantes de la clasificación, y que si estas hay es porque ese es tu sitio, con los tuyos. Sobre todo se quejan los de la categoría “Jovencitos 30”, esos que con treinta añitos recién cumplidos van a las carreras con sus papás, y estando en la plenitud de su vida intentan conseguir una medalla en una categoría inferior a su verdadero nivel.
Efectivamente hay otras pruebas con 8.000 participantes en las que nunca se rompe el ritmo. Pero en esas pruebas no disfrutas del húmedo ascenso a Moncalvillo, el formidable descenso de Las Neveras, o el paso por el circuito de cross country de La Grajera. En La Rioja Bike Race pudimos disfrutar de zonas muy cañeras y tramos realmente espectaculares. Pero para deleitarnos con semejantes parajes, entre medias hay demasiados enlaces “facilongos” en los que hace falta mucho poderío físico. Esto no lo digo yo, esto lo dice el mando del bloqueo de mi horquilla de suspensión, que se pasó más del 70 % del tiempo en modo rígido para poder avanzar por pistas, parcelarias y otras carreteras secundarias.
Pero yo no soy quien para opinar al respecto del recorrido. Con ponerme un dorsal, me pongo contento como un niño pequeño que va a jugar con sus amigos, aunque sea en un parque dando vueltas a una farola. El problema es que cuando uno disfruta tanto, no quiere que se acabe tan pronto. Por eso me hubiera gustado etapas más largas y tal vez un cuarto día para explorar mas las enormes posibilidades de la Rioja.
Y hablando de La Rioja, dejadme que os cuente un detalle que dice mucho de su excelente capital. Los que viajamos en autocaravana (o con una colchoneta hinchable dentro de la furgoneta, como es mi caso), a veces no recibimos ninguna indicación concreta por parte de la organización, incluso a veces parece que molestemos o pongamos en evidencia algún compromiso turístico/político con alguna cadena hotelera. Cuando ya pensaba que me pondrían una multa por dormir en la vía publica, fue la propia policía municipal la que me ayudó a instalar un toldo, y me advertía de que estaríamos tranquilos porque iban a patrullar por las noches para nuestra seguridad. En Logroño hay calidad de vida, y hay personas de calidad.
Un detalle sin importancia que me gustaría sugerir para que incluyan en la siguiente edición, es una botellita pequeña de “Rioja” en la bolsa de la inscripción, aunque sea un tempranillo. Menos mal que en la carpa de Buff-Scott ofrecían por su propia cuenta jamoncito rico y un vaso de crianza, pero desgraciadamente solo tocaba a los 100 primeros, o tal vez a menos cuando me dejaban repetir. Yo tuve la enorme suerte de que me llenara el vaso el mismísimo Don José Antonio. Y digo suerte no porque sea excampeón del mundo, si no por su enorme simpatía. Mucho más antipáticas eran las chicas de catering que ofrecían escasa comida y de dudosa calidad a la venta por 12 euros. No soy de los que se quejan por errores en la clasificación, pero si que me enfado si no tengo la barriga llena.
Es preferible que suban el precio de las inscripciones y que conserven todos los detalles que le dan prestigio a La Rioja Bike Race. Los ciclistas gastamos cadenas doradas, casetes tallados en titanio y carísimos monoplatos que ni siquiera son redondos. Si somos capaces de pagar 100 eurazos por un triste manillar de carbono, ¿cómo no va a valer tres o cuatro veces más la inscripción a una pedazo de aventura como lo es La Rioja Bike Race? Con el tiempo, al final de una vida, uno conserva en la memoria las mejores experiencias vividas, y este tipo de pruebas son muy enriquecedoras. Ya me dirás tú a ver, que experiencia te guardas gastándote el dinero en unas puñeteras ruedas de carbono. Yo lo tengo claro, y por eso mi dinero lo invertiré también en la próxima Asturias Bike Race a celebrarse a principios del mes de julio. Pero para una mayor experiencia, espero que allí tengan buena sidra preparada.
Y para terminar, vamos a centrarnos en lo deportivo. El centro de atención era el holandés Mathieu Van der Poel. Un campeón que sabe lo que es ganar, y sabe lo que es perder. Pero un verdadero campeón también debería saber lo que es “dejar ganar a los demás”. Lo intentaron el riojano Carlos Coloma, el balear Enrique Morcillo y el rumano Vlad Dascalu. Fracasaron. Un poquito más atrás también lo intentaron el catalán Francesc Guerra, el colombiano Ever Alejandro Gómez y el famoso alemán Tom Meeusen. Pero todos sucumbieron ante el poderío del holandés. Mathieu aún es muy joven, y si quiere pasar a los anales de la historia como una autentica estrella, tendrá que aprender a manejar bien el enorme talento que posee y empezar a mirar a los ojos sin esas horribles gafas que lleva siempre puestas. Respecto a las chicas, destacar que en el minuto 20 de carrera y rodando aún en pelotón, se oían voces femeninas pidiendo paso e intentando alcanzar las primeras posiciones absolutas. Sorprendente ver tanto a Claudia Galicia como a la noruega Hildengunn Gjertrud Hovdenak (por favor, intenta pronunciarlo bien) peleando sin ningún pudor entre los mejores hombres, un duelo que finalmente se resolvió a favor de la catalana. Sin tanta ambición por el triunfo pero igual de campeona, Clara Fernández completaba el podium femenino.
Estas y otras conclusiones, están basadas en las experiencias vividas por lo miembros del BikeZona Team, que estuvo presente en La Rioja Bike Race con Joseba León (43° clasificado), Mónica Carrascosa (7° elite femenina) y Manuel Gómez Arredondo (manager/supporter y colaborador de Giant).
Crónica by: Joseba León, corredor del BZ Team.
Resúmenes de etapa
Etapa 1
Etapa 2
Etapa 3