Lo bueno de las ideas preconcebidas, casi siempre tan injustas como inconsistentes, es su facilidad para ser modificadas. De Estella y su comarca tenía la idea de multitud de islas/pueblos separados por un mar de campos y en cada uno de ellos un circuito de XC sin posibilidad de conexión entre ellos. Desde mi ignorancia no me cabía en la cabeza que allí se pudiera celebrar un maratón de 90 kilómetros con las características que los participantes de la primera edición le atribuían. “El paraíso de los senderos navarro”, “los senderos de Girona en Estella”, “el Aínsa del XC”… y “qué flipaos” me decía yo, cada vez con la boca más pequeña, quizá más por envidia que por convicción. Quizá también “más por miedo que verguenza” ya que mi deriva hacia los circuitos cortos del XC ha mermado mis prestaciones para el gran fondo, que no mi osadía para aceptar la invitación del equipo para participar en una prueba en la que nos sentimos genial desde el primer momento.
La salida de la Tierra Estella Epic es sosegada… ¡10 metros…! aquí da igual que tengamos por delante 30 kilómetros que 90… el puesto se gana desde el primer minuto y ¿por qué cojones no habré calentado más…?. Me estoy quedando del primer grupo en la primera subida. Conecta pero no gastes, conecta pero no gastes… da igual, no conectes, gasta y disfruta… Los primeros senderos me dejan boquiabierto: “Flow” a mansalva, olvídate del puesto y no pegues contra ningún arbolito, que hay muchos. En los enlaces de pista vete cogiendo el truco al terreno porque parece que se va muchísimo, mucho giro y terreno muy suelto. Aburrimiento 0 en la primera parte.
Después de Villatuerta, tras la Senda de los Peregrinos subimos un gran rampón por los olivos hasta la Senda de los Zumaques y de ahí a San Millán de Estella hasta el segundo avituallamiento en Bearin. El ambiente en los pasos clave es genial, con público por todas partes entre los que voy distinguiendo, a duras penas, amigos del mundillo navarro. A mi rueda cada vez se van uniendo más corredores lo que me va enfureciendo cada vez más (mala actitud en un maratón). Olvídate Manu de contactar con los de delante, tu carrera está aquí… pero yo he venido a jugar y tiro guardando lo justo ya que los kilómetros caen rápido. Come y bebe, que tú eres duro… Por delante mi compañero David Puente tampoco conseguía rodar en el grupo de cabeza. Llegaba en un gran momento después de su buena clasificación en la Catalunya Bike Race pero acusó el esfuerzo y no rindió al nivel que se esperaba. Situado en tierra de nadie, sin ayuda ni referencias, gastaba fuerzas vitales que le impedían mejorar su posición.
La parada en el avituallamiento de Bearín me sale cara… pierdo referencias con mis compañeros de viaje y me paso un cruce. Vaya, dos minutos en 90 kilómetros no son nada pero, ¡joder! (cuando vas a tope se pueden decir palabrotas), ya “vamos mal”, he perdido referencias. Vuelvo a la ruta y se me pasa rápidamente el enfado. Justo era la entrada a “La Misteriosa 2.0”, una técnica senda abierta de nuevo para la prueba. Además me encuentro con Garri y compartimos penurias. Curiosamente David también se perdía en este tramo y decía adiós a contactar con la cabeza. Mala forma de comenzar la subida a Eraul, la más larga de la prueba, y la aguja de combustible bajando de forma acelerada. No se si esto lo salvarán los geles que me quedan en el bolsillo.
Y así, sumergido en un mar de dudas sobre mis posibilidades físicas nos adentramos en el territorio de Echarri, “territorio comanche” en palabras de Jesús Bakaikoa, corredor local y a la postre 7º clasificado de la prueba. Miles y miles de robles custodiando cientos y cientos de curvas que me hacían apartar la vista de los pilotos encendidos que comenzaban a aparecer en mi salpicadero… El absurdo “¿queda mucho?” que se me escapó en el avituallamiento de Artabia ahora me hace gracia. Sí colega, 22 kilómetros… lo mismo que pone en tu GPS… ¿No sabes mirar?. Sí, sí se, pero no quiero. Por un momento me parece que las encinas que acompañan la subida a Gibeleta me van dando palmadas de consuelo, e incluso algún empujón, porque ya iba muy vacío… Madre mía, que sendero más bonito, ¡y yo con estos pelos!. Garri no se lo cree, pero nos empiezan a coger los primeros corredores que vienen de atrás. Glubs, otra señal… Si ellos “van paraos” y yo me quedo…
La zona rápida de Galiano y Larrión me da la puntilla. El “no te quedes, no te quedes” se transforma en “gasta lo poco que te queda” y esas dos subidas preciosas a Eultz e Irache con senderos a tutiplén se transforman en pierde 20 puestos en 10 kilómetros, sube a pata rampas del ¿1%? y tarda casi una hora en hacer un recorrido de 25 minutos. No veas que guay es tener que saludar uno tras otro a los compañeros que te van pasando sabiendo el regustín que deja eso… “Cabeza, cabeza” llegué a leer en un cartelito. A buenas horas… Que llega un momento que hasta la divertidísima bajada final hasta Ayegui te parece una vacilada y cruzar la meta te parece la mismísima entrada al reino de los cielos. Iría a decirle a los organizadores que la prueba me ha parecido espectacular (os lo digo ahora, de corazón), que el marcaje y la limpieza era inmejorable, que la gente de los cruces y los avituallamientos no podía ser más amable, pero tengo que sentarme lo siento… y no volveré… lo juro… bueno no… quiero decir, sí, EL AÑO QUE VIENE FIJO, o antes... Guardarnos sitio.
David Puente ha conseguido entrar 8º, muy buen resultado, y yo el 32º. Erik Altuna ha ganado la prueba, seguido de Ander Bengoa y Jon Erguin. Nuestras compañeras Mónica y Meritxell han hecho 2º y 5º, gran papel el de ellas también.
Crónica por: Manu Gómez Arredondo (BIKEZONA TEAM).
Muchas gracias a todos los patrocinadores del BZ Team que hacen posible que el equipo siga creciendo año tras año: SPIUK - Vic Sports - Gurpil - Trackstarwheels - ISB SPORT - HEBO BIKE - Bike ZeNter - FasterWear - Navali