No resulta fácil encontrar las palabras para describir las pendientes y adoquinadas colinas de Flandes. En cualquier otro país sería una locura que estas imponentes colinas pasaran a formar parte de cualquier carrera profesional actual. Pero, en Bélgica, son fundamentales para el ciclismo, espirituales y demoníacas por momentos, lugares únicos donde los campeones del ciclismo se consagran y los aficionados intentan poner a prueba la historia sin caer en el intento. Tan comunes como la cerveza y las patatas fritas, las empedradas colinas forman parte de la vida de Flandes. Las cinco más destacadas que no te puedes perder en tu viaje a Flandes son:
Koppenberg: la legendaria Koppenberg es temida por muchos debido a su pendiente (19 % en las partes más complicadas). Es el tramo de escalada más duro y exigente de Flandes.
Kwaremont: la Oude Kwaremont no es extremadamente empinada pero resulta absolutamente despiadada por su longitud: 2 km.
Kemmelberg: con sus 156 metros de altitud, Kemmelberg es el punto más alto en Flandes Occidental y debe su nombre a la localidad de Kemmel, situada en sus laderas orientales. Durante la I Guerra Mundial, fue el escenario de muchas batallas, pero hoy es el centro de atención de la carrera Gante-Wevelgem.
Kapelmuur: la colina Kapelmuur es para las carreras ciclistas flamencas lo que la Torre Eiffel es para París. Esta pendiente es, sin pretenderlo, la más emblemática de las Ardenas flamencas e incluso también podemos decir que de Bélgica.
Paterberg: la Paterberg es una carretera empedrada y estrecha con un pendiente medio del 12,5% y un estrechamiento del 20 %. El actual Tour de Flandes somete a los ciclistas a esta escalada dos veces… y la segunda pasada se produce justo antes de la meta. Aquí es donde se decide el ganador del Tour.
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