En mi ranking personal de pruebas favoritas no podría incluir la Transpyr . Por magnitud de recorrido y profunda filosofía, sería injusto compararla con ninguna otra "carrerita" de fin de semana. “TransPyr Coast to Coast by Tressis a la Par” juega en otra liga, la liga de grandes viajes y rutas inolvidables. Australianos, canadienses, sudamericanos, italianos, brasileños, y muchos vascofranceses. Pero sorprendentemente pocos españoles entre los 400 participantes. ¡Ya va siendo hora que nos enteremos que en España tenemos los mejores eventos del mundo! ¿Pero qué es exactamente TransPyr?
La Transpyr recorre la mítica ruta Transpirenaica, desde el Mediterráneo al Cantábrico en 7 etapas. Pedalear entre 8 y 10 horas al día por la cara sur de los Pirineos y con algunas zonas realmente complicadas. Personalmente no me ha parecido especialmente dura. Acostumbrado a competiciones en las que simplemente voy a tope de principio a fin, la TransPyr me ha parecido mucho más llevadera y entretenida. Rollo cicloturismo. El truco está en que tan solo cronometran los tramos más emblemáticos de cada etapa, y el resto del tiempo si quieres puedes comerte un bocadillo o sacarte fotos con tus amigos. De hecho, los que competimos vamos lo más despacio posible reservando fuerzas para los tramos cronometrados. Un formato muy acertado, ya que realmente sería de tontos pasarse la Transpyr entera echando carreras.
Por seguridad y para tenernos mejor localizados, se compite siempre por parejas. Por detalles del guión que no vienen a cuento, a mi me tocó ir a la TransPyr con mi compañera equipo Mónica. Pero a mi no me resulta fácil compartir la experiencia con la que fuera mi expareja sentimental. Mónica se enrolla con todo el mundo mientras yo prefiero que me dejen en paz. La reina de la simpatía junto a un mudo antipático. Peor pareja imposible. Yo soy un bicho raro, pero es que ella es un loro acuático. Menos mal a los tramos competitivos, un descanso para mis oídos cuando su acelerada respiración la impide cotorrear. Yo también me desahogo cuando oigo el pitido del cronómetro, por fin puedo agitar el cuerpo y subir las pulsaciones. En cambio detesto los tramos de enlace, donde todos disfrutan contando chistes y parando a orinar. En esos momentos que no cuentan para la clasificación general, compruebo como algún gracioso intenta cortejar a Mónica. Yo propongo intercambio de dorsales y pasarme de categoría mixta a pareja masculina, pero la carrera ha empezado y ya no hay cambio de sexo posible.
Por mucho que cueste os recomiendo contratar todos los servicios extra que ofrece la organización. Yo en cambio voy en categoría vagabundo, sin mecánico, sin masaje, sin lavandería, y durmiendo en el frío suelo del campamento. La vaselina del Mercadona mejor la reservo para evitar las irritaciones anales. Porque en este tipo de pruebas los hay que incapaces de sentarse en el sillín, tienen que bajarse el culote y enseñar el culo al doctor de la prueba.
Ni me había dignado en analizar las clasificaciones. Mónica me iba informando y parecía que la carrera estaba muy disputada. Pero en la 6ª etapa descubrimos un detalle que nos hunde psicológicamente. Resulta que por absoluta confusión, Mónica había confundido los minutos con los segundos. Eso significa que llevábamos 5 días dejándonos la piel por tratar de rascar unas décimas cuando en realidad las diferencias ya se podían medir en horas. La bronca fue monumental, aún estoy afónico de reñir con ella. Entonces decido usar el viejo truco de la goma, ósea remolcar a mi pareja con una cámara pinchada atada de mi maillot a su manillar. Esta técnica genera polémicas y algunos nos acusan de tramposos. Mónica detesta que la critiquen e intenta justificarse alegando que es menos peligroso que recibir fuertes empujones por detrás. Yo en cambio hasta disfruto chinchando a los rivales. Ella quiere ser una heroína, pero a mi la vida me ha enseñado que lo mejor es ser un villano. La última vez que usamos la goma en una competición UCI casi nos sancionan de por vida, pero paradójicamente esta vez genera sonrisas y carcajadas en todos aquellos que ven a Mónica remolcada con una goma. Porque esa es la verdadera filosofía de compañerismo y aventura de la TransPyr.
Finalmente alcanzamos el Cantábrico en la meta del puerto de Hondarribia, donde aprovechamos a rellenar la botellita medio vacía con agua mediterránea que traíamos desde la playa de Roses. El podium de parejas mixtas no podía ser más simpático. En tercera posición nos acompaña un feliz matrimonio portugués que han cogido vacaciones para disfrutar de la TransPyr en familia. Mónica y yo subimos en segunda posición vestidos con nuestras prendas oficiales del Bikezona Team intentando aparentar que somos profesionales. Pero hacemos el ridículo al lado de los campeones, auténticos hippies que andan descalzos. El tiene las piernas peludas y ella viste con bermudas de colores y camiseta de tirantes. La joven pareja llegada desde Nueva Zelanda nos ha aplastado como a si fuéramos insectos.
Mas emotivo es cuando el patrón de la prueba Oriol, llama de uno en uno a todos los finishers para colgarles personalmente la medalla de fin de curso como si se tratase de fiesta de universitarios recién graduados.
Creo que llega un momento en la vida, en el que hay que competir menos y “aventurear” más. Ahora que ya conocemos la TransPyr ya lo sabemos, no hace falta que nos vayamos a las antípodas de la Cochabamba en busca de aventuras. Si queremos una experiencia inolvidable en MountainBike, la tenemos aquí, cerca de casa, en plenos Pirineos.
Crónica de Joseba Léon , corredor del BZ Team. | Fotos: FotoesportBCN
Gracias a los patrocinadores del BZ Team: Faster Wear, Jaime Llorente, Navali, Luck, Eubottle, Rifyl, Suomy y NRC y la organización de la Transpyr Coast to Coast.