Así nos cuenta Luis Alberto García como transcurrió la última etapa de la Transpyr BackRoads:
Como toda gran vuelta por etapas la Transpyr Backroads necesita una etapa épica y así será el recorrido que nos lleva de Roncesvalles a la playa de Hondarribia. Si llueve, como viene haciéndolo en esta zona la gran mayoría de los días del año, el frío, el agua y la niebla te dejarán muy tocado, y en cambio, si luciera el sol, el espectáculo de asomarse al mar desde esos verdes miradores tiene que ser muy emocionante. A nosotros esta Transpyr 2018 nos tenía reservada la primera opción, niebla, frío y lluvia desde la salida.
Pertrechados desde inicio con el chubasquero nos dirigimos al primer pico del día. Se trata del paso de Sorogain que atravesaremos entre la densa niebla bajo la extrañada mirada del ganado. La que presenta mayores problemas será la empinada bajada hasta Urepel, piso mojado y estrecho que nos obliga a extremar precauciones y guardar una mayor distancia de seguridad. Los últimos kms más secos y con buena visibilidad serán una verdadera lección de ciclismo por carreteras de montaña.
Sin apenas tiempo para recuperar llega el momento del calentón, el tramo cronometrado hasta el alto de Urkiaga a 900 mts de altitud se disputa de nuevo bajo la intensa niebla. Coronando también Artesiaga el grupo se reúne en el avituallamiento allí situado cuando llevamos ya más de dos horas bajo la lluvia, un infierno.
Lo peor vendrá bajando. Debemos perder 800 mts de desnivel en 18 kms bastante rápidos y se notan. Llegaremos tan justos a Irurita que entramos en un bar a reponernos con café y pastel. No hay prisa, lo único importante es llegar y si es juntos mejor.
A partir de aquí, nos esperan 40 kms hasta Zugarramurdi que se nos van a hacer realmente duros. Por caminitos de montaña malamente asfaltados y con mucho tramo de hormigón que se hacen realmente pestosos, sortearemos cuatro collados más, incluido Otsondo (av 2) entre colinas, pastos, bordas, caseríos, molinos, bosques, pasos de ganado, caballos, sus cagadas, montañeros, los de la btt, motoristas, … en otro par de horas de auténtico backroad. Algo tendrá ese tramo que no nos cruzamos con ningún ciclista.
Tras reponer fuerzas y hacer las fotos nos despedimos de Kristiaan, el belga, que se queda a esperar a su amigo con quien empezó la carrera para entrar los dos juntos en meta. Daba gusto ir a su rueda en los llanos, rodador nato que a medida que pasaban los días se defendía mejor subiendo. Faltan 50 kms para llegar a meta y conseguir el objetivo. Tras perder altura el tiempo mejora y se hace más agradable rodar. Ya sólo nos queda negociar otros 40 kms de rompepiernas por las transitadas carreteras de Iparralde llenas de rotondas y cortos repechos.
El grupo que ha completado toda la travesía en cabeza viene roto y para esperar a los rezagados elegimos una terraza en mitad del recorrido. Uno de los mejores momentos Transpyr, sin prisa, sentaditos cómodamente al sol, entre risas, tapas y comiendo raciones y bebiendo cervezas jaleamos a los de las btt que hoy también vuelven muy castigados. El crono es lo de menos, se acerca el momento de la llegada y allí terminará para nosotros esta experiencia inolvidable. Es el momento de la despedida. Sabemos que tenía que llegar pero tratamos de evitarlo. Otra cerveza, por favor. Lo hemos pasado tan bien juntos que se nos va a hacer muy difícil volver a conectar con la rutina. Qué pena que se acabe todo esto.
En la meta de Hondarribia ya ha empezado la fiesta, entramos de los últimos y qué más da. Nos quedamos con el recuerdo de todas esos días inolvidables que hemos compartido con nuestras bicicletas, los rampones, pinchazos , bajadas de escándalo, los relevos, paisajes, avituallamientos, viento, frio, calor, lluvia y, sobre todo, esa amistad de la que seguro nacerán nuevas aventuras.
He tenido la suerte de completar la Transpyr en sus dos modalidades, monte y carretera. La prueba de montaña es durísima, una picadora de hombres, mujeres y bicicletas que te dejará totalmente jodido/a. Manos insensibles incluso dos semanas después de la prueba, cuerpo dolorido, bicicleta para revisar de arriba abajo, barro metido por todos sitios y seguramente necesitarás bastante tiempo para recuperar.
La modalidad de carretera es algo más llevadera, un poco más amable pero tampoco es un prado. No tiene el glamour ni el seguimiento mediático de la de monte pero terminarás las etapas en bastante menos tiempo, lo que ayuda mucho a la recuperación de cara al día siguiente. Sufrirás menos el machaque de las bajadas y los desperfectos de la bici y, además, tendrás la ocasión de rodar en grupo numeroso, con gente experimentada de todos los niveles con los que a buen seguro aprenderás muchísimo. El tráfico tampoco va a ser ningún problema al tratarse de vías muy secundarias que recorremos en días laborables pedaleando por carreteras de montaña que se acercan muchísimo a las cimas más altas del Pirineo. Tú mismo.
Hondarribia Km 1.023