Algunos de nuestros amigos del foro de Bikezona han participado en la 8ª Edición de los 10000 del Soplao , os dejamos la crónica de Jose Antonio de Granada (Alias Noneison en el foro) que en su primera participación nos deja una crónica que nos ha emocionado en la redacción:
Menuda mujer.
Jamás pensé que debía ir allí para enamorarme de nuevo. Nos conocimos de repente, de forma abrupta, formalmente. Sabía, con sólo vernos, que íbamos a recordarnos por siempre: ella mostrándome paciencia y esperanza; yo demostrándole valor y sacrificio. Ese fue el cortejo y desde ahí supimos que la distancia nos provocaría no desgastarnos y sí pensarnos, desear volvernos a ver. Hicimos el amor. Me enseñó donde terminan sus líneas de mujer, sus curvas de diosa, el confín entre uno y otro sentir. Pasión que fluía e incendiaba la pólvora del dolor al mismo tiempo haciéndome arder de placer y sufrimiento. Desde arriba me observaba con disciplencia sabiéndose enorme. Desde abajo me miraba dominada esperando su turno. Clímax. Después lágrimas. Despido. Volveremos a vernos para abrazarnos de nuevo como el agua abraza la arena cuando el sol se va.
Se llamaba Cantabria. Su apellido, infinita.
Esto podría ser la crónica de un paisaje interminable o un vaivén de sensaciones que no atina la razón cuando la pupila trabaja apresuradamente acertando colores del precioso paisaje que ofrece esta marcha ciclista. Ya no es los kilómetros o la cantidad de insufribles subidas y las estrepitosas bajadas... todo eso pierde sentido sin la gozada que supone practicar deporte entre esas sierras teñidas de verde esperanza y sin el calor de la gente que encandila y hace de los pueblos - y cada kilómetro que se pisa - una marcha mucho más acogedora.
Parece ser que se espera una crónica del soplao pero cualquier descripción es injusta. Describir esa sensación desemboca, sin la menor intención, en un insulto. Es más, yo no soy nadie para contar qué es los 10000 del soplao cuando mi primera vez es la 8ª edición (llegué tarde pero le fue infiel a todos conmigo también). Para saber qué se siente o para saber de sus puertos, su gente o su sufrimiento no basta con leer crónicas (que las hay a patadas por internet), sino que hay que ir, plantarte en la salida, voltear los ojos y mirarte por dentro. Mi sensación y mi crónica es subjetiva y para cada cual será distinto. Hay que vivirlo.
No por ello no voy a nombrar los mejores y peores momentos del día veinticuatro. Son momentos. Uno de ellos, alzarte de puntillas en la salida y ver que no termina de llegar gente para tomar la salida. Es aplastante. Pejino y yo salimos muy atrás pese a las ganas de salir delante (pasamos por el arco de salida a más de 13 minutos, y en ese momento los primeros ya iban por San Vicente del Monte). Otro momento el aplauso de la gente al salir, que ya a las siete de la mañana se preparan para aplaudir y embelesar a cada uno de los ciclistas como si de héroes se tratara. El esfuerzo de una pareja subiendo en tándem la Cocina mientras el resto avanzaba a pie. La divertida, aunque también peligrosa, bajada a Celis. La entrega y predisposición de la gente y voluntarios en cada uno de los avituallamientos que se entregaban con ímpetu a cada uno de los participantes entregándoles comida, pelando la fruta, abriendo y llenando los bidones del malherido deportista mientras este no perdía tiempo y comía, a prisa para seguir avanzando, toda la fruta, bocadillos, dulces e incluso en el avituallamiento de el Negreo, el lomo asado en parrilla que preparaba el personal. La mujer de las gominolas en monte AA entregando una o dos gominolas a cada uno de los ciclistas que penando superaban las rampas. La voz de dicha mujer: "también tengo agua por si queréis". Las rectas y vistas del Moral. La cara de la gente subiéndolo que manifestaba autosuperación. El altruismo de los participantes explicando todo y dando paso a la voz de "izquierda", "derecha" o "centro" al que iba en mejor ritmo(en ese sentido ni el más mínimo percance). La tranquilidad del ganado vacuno o caballos que pastaban libres e inalterables mientras miles de cacharros circulaban ruidosos entre sus justos pertenecientes lares. Mirar atrás y ver todo lo que has superado. Empezar a descontar kilómetros en lugar de sumarlos. La educación infundada e infundida en esos niños que te animan y se desviven corriendo a tu lado pidiéndote, por favor, que pares, que él/ella te quiere llenar el bidón de agua y darte un plátano para la subida. La cantidad de gente animando al pasar esperando con carteles a conocidos y desconocidos para subirles la moral. La mujer que espera al marido, hijo... para ofrecerle ropa seca y seguir adelante... Son mil sentimientos en los más de 160 kms que se van superando.
Hubo dos que no se me olvidarán.
Cuando comencé a subir el Negreo y miré arriba vi, tan cerca y tan lejos, a gente que me superaba en altura bastantes metros y en distancia muy poco. Las rampas del Negreo son, hablando en plata, una putada. Pero lo que me marcó no fue ver la hilera de ciclistas que afrontaban toda la subida sufriendo a lo cerca y a lo lejos, si no una voz que le ponía la banda sonora a aquel puerto desde arriba y alo lejos creando eco entre los pretendientes que luchaban por conquistar la cima. Aquella voz decía: "Cachorroooooooooosssssss!!!". Y en ese momento quedé escéptico, pero a los cinco segundos se me erizó el vello cuando el mismo tono de voz y con más fuerza aún que antes gritaba: "Vamos mis leones!!!!!". Aquel hombre animaba a todo el Negreo. Sabía que lo necesitábamos.
El otro momento fue, cuando compartiendo los últimos kilómetros con un participante me preguntó si era mi primera vez, virgen en el soplao. Le dije que sí y me respondió con: "Disfruta de la bajada, no volverás a sufrir subiendo. El soplao se acaba en diez kilómetros. Lo has conseguido". En ese momento brotaron dos lagrimones de mis ojos a los que ya les costaba vislumbrar el camino entre la lluvia, la niebla y los cristales mojados de mis sucias gafas.
Como momentos malos no destaco ninguno que tenga que ver con la marcha, aunque sí que es verdad qque la zona de Llendemozo no me gustó. Me pareció demasiado peligrosa hasta para ir a pie, donde cualquier resbalón te provocaba una caída dolorosa. Los que la pasaron saben de qué hablo.
Ajeno a la marcha, me quedé congelado cuando a los pocos kilómetros de salir vi a una mujer participante envuelta en una manta térmica y donde una persona le sostenía la cabeza. Pasé más frío tras ver esa imagen de la caída que en lo alto de los puertos cuando me disponía a bajar con toda la ropa mojada, desde los calcetines hasta los cordeles del casco. Las caídas.
Un momento en el que me enfadé mucho, y además me preocupé, fue cuando bajando Monte AA me quedé casi sin frenos. La bici no frenaba, tenía ese tacto chicloso de falta de purgado. así hasta Ruente, Juzmeana y Fuentes. Quería apurar el tiempo bajando despacio, pero ya en Ozcaba tuve que parar y esperar turno en la asistencia técnica para resolver el problema. Pensaba que tenía que abandonar, y las pastillas de feno no eran. Allí, tras una larga espera, el mecánico me indicó que perdía líquido de frenos, me rellenó el depósito, purgado y p´alante. Le cogí mucho respeto a cada bajada, pero sólo pensaba en llegar.
El resto de los días fue espléndido. Maravillosa la gente que circula en Bikezona. Mejor portal, imposible, como imposible es mejorar la relación entre foreros. De cuándo en cuándo me pregunto como unos hierros con dos ruedas pueden unir tanto a dos personas.
Me encantó conocer a Josema, nuestro presentador de Bikezona.tv (este canal hace único a este grandísimo portal ciclista). No creo que haya otro que lo pueda hacer mejor que él. Desde aquí le mando un saludo y un fortísimo abrazo.
Modesto, compartir contigo estos momentos no tienen precio. Siéntete afortunado por ser cómo eres. De mayor quiero ser como tú y tener todo lo que tú tienes.
Nein, se me torna imprescindible este hombre ya. El vuelaplumas del foro, qué voy a decir de él que no se sepa ya. Nada más hay que ver la cantidad de mensajes que lleva escritos. Cuando la salud mejore, que mejorará, no habrá marcha que se resista. Estoy seguro.
Pejino, pejino, pejino... Mi Cecilia. Ertíoenlaces. Sabes que te debo tanto, y que lo mejor de este fin de semana fue conocerte en persona y poder darte mil abrazos. Me siento muy en deuda contigo, por muchas razones. Es el foro y es el móvil. Móvil que llama, móvil que nos saca de la quietud.
Hay veces en el que intentar describir un sentimiento desemboca, como dije al principio, en un insulto. Ni reescribir el Quijote puede parafrasear un ápice de sentimiento en un segundo de cualquiera de estos momentos. No son justas las palabras. Hay momentos que hay que vivirlos. Hay que abrazar a los amigos, hay que vivir el Soplao.