Quinta Etapa Transpyr 2013 Aínsa-Jaca. 99 km. 1.750 m+
Para mí, este iba a ser el día “tranquilo”. Después del accidente de ayer de Adolfo, y quedarse sin pareja “Pipo”, decido ir tranquilamente junto a el toda esta etapa y así, “descansar” un poco de todos estos días de desgaste. En Jaca, me espera lo que me lleva ayudando todos estos días. Mi familia, me espera en meta!!!!
Salimos de Aínsa, de nuevo neutralizados, dirección Boltaña, bordeando el rio Ara, alternando tramos de pista y carretera. Llegamos por carretera, a un cruce que nos lleva directamente a pasar por un puente de madera, precioso, creando así, una de las imágenes más bonitas de toda la Transpyr.
Bastante fácil llegamos hasta Fiscal, donde llevamos ya 30 kilómetros. Desde ahí, daba comienzo una larga subida con casi 30 kilómetros más y algún descanso. Justo antes del segundo avituallamiento, en la carpa que pone +Quebici para asistencia mecánica, nos damos cuenta que hay una tija de carbono partida con su correspondiente sillín. Es la de Albert!!!! Desde ahí hasta Jaca, tuvo que ir sin poder apoyar sus “posaderas”. Titán!
Desde el punto más alto del monte San Cocoba, disfrutamos de unas vistas impresionantes con todo el pirineo oscense de fondo, donde no dudamos un segundo y paramos para inmortalizar nuestro paso.
Llega el descenso, roto por paso de ganado y ya en zona de bosque, peligroso por muchos troncos y ramas en medio de la pista, que nos hacen ir con cuidado para no romper ni pinchar -paramos para ayudar a un belga que tiene hecha un “ocho”, literalmente, la rueda. “Pipo”, con su destreza y maña, logra enderezarle la rueda y el chico, que finalmente consigue llegar a Jaca-. El descenso desemboca en Larrés, y de ahí, tras atravesar varios pueblos, y algún que otro fuerte repecho, conseguimos llegar a Jaca.
Tras cruzar la meta, situada en la bonita ciudadela de la ciudad y darle las gracias a “Pipo” por su agradable compañía, me esperaba mi recompensa. Mi mujer y su niño. No puedo contener las lágrimas al verlos y levanto al pequeño como si de un trofeo se tratara. Me los como a besos. Sin duda, el mejor premio.
Cenamos juntos. Chuletón. Esto hay que celebrarlo!
Llega el infierno inesperado...
Sexta Etapa. Jaca-Isaba. 90 km. 2.200 m+.
Mentiría si dijera que esta etapa no la tenía señalada.
Después de pasar toda la tarde del día anterior con mi familia en Jaca, me esperarían en la meta de Isaba para verme antes de regresar a Bilbao. Quería llegar cuanto antes, así que la idea era ir a tope. Menudo día elegí…
Salida neutralizada desde Jaca. Comienzo fuerte en una primera zona con de pronunciados sube y baja. Voy en el grupo de delante, nada que ver con como he ido hasta aquí –como van!-, pulsaciones altas, pero controladas. Buenas sensaciones, hasta que al saltar un charco, destalono la cubierta trasera. Me la juego intentando talonar de nuevo la cubierta con una botellita de Co2. Lo logro! Salgo disparado, comienzo a pasar de nuevo a corredores, hasta que me pasan como un obús Ibon Zugasti y su compañero de Bicis Esteve, Roger Argelaguer. Ahí recapacito y me doy cuenta que no merece la pena pegarme esa paliza, que realmente mi objetivo –y el de todos-, es llegar a Donostia. Decido esperar a Albert y David, con los que continuo la etapa hasta el final.
Debido al deshielo y las fuertes lluvias de primavera, esta zona del pirineo está completamente rota y descarnada. Esta etapa, sin previo aviso, se convierte en la más dura y técnica de toda la travesía. Zonas en las que tienes que patear, subiendo y bajando, lo que logra minar la moral de más de uno. Después del paso por Siresa, nos encontramos con una dura subida por pista. Una vez terminada la ascensión, comienza el infierno. Un descenso que más de uno califico de locura, con quejas airadas a la organización, pero es parte de lo que yo entiendo por aventura. Tras el descenso, y ya subiendo por la preciosa carretera de montaña de Zuriza, nos cae una tormenta de gotas como puños, que convierte el final de etapa, en épico.
Tras coronar el puerto, una preciosa bajada entre bosques hasta llegar a Isaba. Después de un total de 9 horas encima de la bici, consigo llegar a meta. Allí me esperan Carmen e Iñigo.
Ya estamos en Navarra. Ya no queda nada.