Con un sprint de pura potencia, Jonathan Milan ganó la cuarta etapa de la Tirreno-Adriático. El deseo de ganar una etapa impulsó a todo el equipo Lidl-Trek que, desde la mañana, trabajó duro con el único objetivo de poner a Milán en perfectas condiciones para correr al sprint.
El enfrentamiento en la recta final con Philipsen (Alpecin) fue el colofón de una dura jornada por los Apeninos, que lideró la carrera desde el mar Tirreno hacia el mar Adriático. La etapa estuvo animada por una escapada que dio muchos problemas al pelotón hasta los últimos metros, cuando el último superviviente Abrahamsen (Uno-X) fue atrapado por los velocistas en pleno vuelo.
Pero el deseo de Lidl-Trek de llevarse la etapa a casa con Milán era fuerte, al igual que la convicción de Johnny de que tenía más en sus piernas que un segundo lugar. Por lo tanto, el resultado final recompensó el esfuerzo colectivo y destacó el extraordinario (y aún no aprovechado) potencial del piloto.
La esperanza ahora es que ésta sea sólo la segunda victoria (tras la de la Volta Valenciana) de un capítulo exitoso con Lidl-Trek.
La reacción de Milán
Tenía mucha confianza en mis posibilidades para la etapa de hoy, pero sobre todo la confianza que me dio el equipo fue el mayor impulso para ganar. Quiero agradecerles uno a uno, porque hoy todos se dedicaron a mi causa, todos se pusieron a disposición para hacer el trabajo. Lo di todo, pero sin su apoyo no lo hubiera hecho tan bien. Esta no es mi victoria, sino 100 por ciento nuestra victoria. Rematar su trabajo en equipo es mi trabajo y es lo que más me motiva. Recompensar el trabajo que otros hacen por mí es una sensación de satisfacción increíble, la más bonita para mí.