Un año más podemos ver esas interminables filas de orugas denominadas procesionarias que desfilan por nuestros caminos y que producen una serie de efectos muy negativos en personas y animales, entre ellos el característico y muy desagradable “pica pica”.
El cambio climático un factor decisivo
Sin embargo este año, y al menos en Bizkaia, parece que se han reducido drásticamente. Hemos podido ver algunas unidades sueltas, pero muy dispersas, formando filas de un metro como mucho. Hace unos años, en nuestra zona hemos llegado a ver filas de procesionaria que alcanzaban los 50 metros e incluso más, lo que era una verdadera pesadilla.
Esta clara disminución de orugas de procesionarias creemos que es debido al efecto que les produce los finales del invierno casi primaverales de estos últimos años, que les adelanta su ciclo natural y les hace salir antes de tiempo, combinados con cambios de temperatura de un día para otro muy radicales, de entre 15 grados y 20 grados. El sol casi veraniego las incita un día a abandonar sus nidos, pero al día siguiente lo que les podía parecer un paseo de rosas, se les convierte en un infierno con lluvia, frío o incluso nieve, que las aniquila, rompiendo así su ciclo vital.
Como llevamos varios años seguidos con esta anormal climatología, es muy posible que, ésta haya sido la causa de la drástica disminución de las poblaciones de procesionaria y ahora nos encontremos en un claro cambio de situación: de plaga a posible desaparición de nuestro entorno.
Otro factor: La sal en las carreteras
También hemos podido observar que las procesionarias que se adentran en el asfalto, si no son atropelladas por algún vehículo, están muriendo debido a la cantidad de sal que se ha echado para evitar que se produzca hielo en la carretera, y que parece que no les sienta demasiado bien.
Se adelanta dos meses
La oruga de la procesionaria normalmente la podemos ver, y desgraciadamente sentir, a partir de abril, pero últimamente su ciclo vital se ha visto alterado, posiblemente por el cambio climático, y ya la tenemos con nosotros desde los primeros días de febrero. Este animalito aparentemente inofensivo y que se alimenta de los pinos, es una autentica pesadilla durante aproximadamente 45 días desde que sale en procesión, ya que dispone a lo largo de todo su cuerpo de unos pelillos urticantes, que producen todo tipo de irritaciones en la piel y mucosas.
Los efectos nocivos
El simple hecho de pisar con nuestros neumáticos algunos de estos animalillos, supone que esos pelillos microscópicos que rodean todo su cuerpo, se nos adhieran en la piel, sobre todo en las piernas y nos produzcan un picor intenso y duradero. ¡Todo un infierno!. Los bikers cuyas rutas discurren por bosques de pinares ya saben de lo que estamos hablando, y lo peor de todo, es que no conocemos una buena solución.
Lo hemos intentado cubriéndonos con perneras, culottes largos, etc…. pero es incluso peor porque los dichosos pelillos lo atraviesan todo y es más no suelen irse después de un lavado, por lo que sin darse uno cuenta cuando se vuelve a poner esas prendas de nuevo nos vuelve a salir la dichosa urticaria.
En farmacias podemos encontrar cremas para palear en alguna medida el dichoso picor, pero hay que pasar por él durante estos días lo queramos o no.
Amigos bikers el infierno de la procesionaria ya está con nosotros otro año más, así que os recomendamos armaros de paciencia y prepararos para el “pica pìca”, aunque en esta ocasión parece que será mucho más leve..
Sobre la procesionaria
La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una especie de lepidóptero, recientemente incluido en la familia Thaumetopoeidae (anteriormente perteneciente a la familia Notodontidae). A veces se la clasifica en el género Traumatocampa. Abunda en los bosques de pinos de Europa del Sur y central, donde es una plaga muy extendida. Además de los pinos, habita también en cedros y abetos. Las orugas (fase de larva) están cubiertas de pelos urticantes que se desprenden y flotan en el aire, por lo que pueden provocar irritación en oídos, nariz y garganta en los seres humanos, así como intensas reacciones alérgicas. La sustancia que le confiere esta capacidad urticante es una toxina termolábil denominada Thaumatopina. (fuente y más info en wikipedia)